Formación medica necesaria para un socorrista
Un socorrista es un elemento humano imprescindible en la seguridad de playas y piscinas. Son trabajadores que deben tener aportar a su labor diaria conocimientos médicos para cumplir con eficacia sus funciones. Una de las primeras y esenciales normas para esta actividad es estar pendiente de todo lo que suceda en el recinto o playa, ya que en un segundo puede ocurrir un accidente y la capacidad de reacción es fundamental. Pero además de ello, un socorrista debería tener ciertos conocimientos médicos para cumplir con su trabajo. Son variados los escenarios de accidentes con los que se puede encontrar en una jornada de trabajo y debe estar preparado para afrontarlos.
De manera general, el dominio de los primeros auxilios es clave para ofrecer el mejor servicio en caso de emergencia en una playa o piscina. La ley indica que es necesario tener más de 16 años y el Graduado Escolar para ejercer esta labor, además de acreditar un nivel medio de natación y superar una prueba de aptitud psicofísica. Esa es la base ineludible para este tipo de cometido. A ello es conveniente añadir los ya señalados conocimientos y formación en primeros auxilios, salvamento acuático o legislación. Se hace hoy día muy recomendable también el conocimiento práctico del uso del desfibrilador semiautomático DESA, aparato vital para acometer una reanimación frente a las situaciones de parada cardíaca fuera de un hospital y que está cada vez más extendido en recintos públicos. Es cierto que la legislación no obliga a este último requisito, pero contar con un buen manejo del DESA es una formación añadida que mejora las aspiraciones y cualificación de cualquier candidato a socorrista.
Los socorristas con formación médica son cada vez más valorados, ya que son muchas las incidencias que se pueden encontrar en su trabajo, más allá de problemas en el agua. Desde caídas a insolaciones, indigestiones, cortes o muchos otros imprevistos que pueden requerir en cualquier momento la asistencia del socorrista en una función sanitaria que vaya más allá de un problema de ahogamiento, para el que debe estar preparado.